PIDE UN DESEO

Sigues siendo lo primero en lo que pienso cuando me dicen «piensa un deseo».

 

Suelo celebrarlo como si fuera a cumplirse. mi cerebro inconsciente

Lo pido con fe y esperanza y aplico todos los sentidos y el sentimiento para que se haga realidad. Y confío tanto que se convertirá en cierto que me despreocupo, y me dejo llevar. Porque creo en el destino y sé que juega a mi favor.

Porque sé que antes o después conseguiré mi propósito, que no eres mas que tú.

Adivino tu figura entre las ramas de los árboles. Invento la cadencia de tu voz entre los cantos de los pájaros. Descubro el tacto de tu piel en las telas que me cubren.  Huelo tu perfume. Saboreo tu aroma. Reconozco tu sabor. Y te imagino.

Tengo claro lo que quiero y se que mi único deseo esta en ti. En que te tornes cuerpo y camines hacia mi.

En que me mires a lo lejos como adivinándome, como descubriéndome, como sin saber con certeza que soy yo.

Pero soy yo. La que te invoco. La que te llama a mi lado. La que piensa y te desea cuando tengo oportunidad de formular mi deseo.

Me supongo ya a tu lado y me deshago si me tocas.

Porque se que los deseos se cumplen y tengo el firme propósito de que estés mi lado. De que seas material para mi. De que existas. De inventarte si no existes. De ponerte cara y manos y torso al que agarrarme si me derrumbo.

Tengo claro que te quiero y lo que quiero. Te he inventado en mi memoria y te recuerdo en mi deseo. Te he soñado en las largas noches del invierno y te haré realidad en primavera. Realidad que se confunde con el quiero y necesito. Realidad que me enciende por dentro y me hace formular una u otra vez el mismo deseo.

Si, quiero. Lo quiero.

Quiero que seas, sin nada mas que añadir.