TAN FÁCIL, TAN DIFíCIL

Lo quería todo y lo quería ya.

Nunca se planteó que era necesario un proceso para llegar a ese fin tan deseado.

Porque estaba acostumbrada a conseguirlo todo con solo pensarlo. Con solo plantearlo. Con solo soñarlo. Y lucharlo.

Nada le había sido fácil, pero no estaba acostumbrada a perder.

Cuando él le rechazó por segunda vez, decidió que no volvería a intentarlo. No merecía la pena. Él no estaba hecho para ella si no podía conseguirlo. Si no podía tenerlo ya.

El sentido que le daba a su existencia no era depender de nadie y menos aún de un amor inalcanzable.

Varias historias, varios trabajos, varias arrugas. Vuelta a la calma.

Fue dejando en el camino ese ímpetu infantil por conseguir, por decidir, por tener. La inmediatez dio paso al sosiego necesario que te da la madurez y de nuevo sus destinos se juntaron.

Ella ahora no prefiere darse prisa, no necesita correr. Prefiere observar. Disfrutar de lo que ve.

Él recuerda. Y sin embargo, es tan distinta. Ha cambiado. Ya no le parece ella.

Su aspecto renovado por los años y el estilo inmejorable le transporta ese aroma del deseo.

Y se acerca.

Y lo intenta .

Y la vuelta de la historia da de bruces en su cara. Y se sorprende rechazado. Como cuando adolescente, que estrena la madurez, era él quien decidía rehuir, aquella intención salvaje de llevarle a su terreno.

Y no entiende.

Ella siempre le gustó.

Sabe que tambien él fue importante.

Y sin embargo su actitud, de nuevo hace que se alejen y comporten como necios que no saben entender que puede no haber mas oportunidad.

Y cada uno escoge el camino paralelo y no convergen. Y será una historia inacabada. Aún por empezar. Aún por mantenerse. Aún por descubrirse.

Y de nuevo alejarán de sí la opción de conocerse.

Y cada uno en su interior sabrá que era ella, que era él. Que fueron juntos. Que nunca serán. Y dejarán pasar el tiempo que ya nunca volverá. Y pasará y pensarán.

Y que fácil tan difícil de alcanzar. De disfrutar. De vivir.