DIME

Cuéntamelo.

Dímelo al oído.

No dejes que no me interese saberlo.

Házmelo fácil. Házmelo saber. Haz que lo sepa.

Cuéntamelo.

Enséñame cómo me quieres, enséñame el cuánto, el porqué.

No dejes de decírmelo. No dejes que me invente las palabras.

Quiero escucharlo en tus labios, porque necesito hacerlo.

Hazlo real con el sonido de tu voz. Hazlo.

No dejes que me lo imagine. No dejes que gaste mis fuerzas deseándolo. No dejes de hacerlo.

Dímelo.

Dime que me quieres hasta el infinito. Dime que me amas como nunca hiciste. Dime que cada minuto juntos es un minuto ganado al reloj. Dime que la ausencia de mi cuerpo te deja un vacío tan grande e imposible de llenar hasta que vuelves a verme. Dime que quieres mi abrazo. Dime que anhelas mis besos y mis dedos en tu piel. Dime que no puedes verme y me imaginas. Y no puedes venir y sueñas. Que no puedes estar y amaneces en mi lado.

Dímelo.

Dime que no puedo imaginarte si no es ahora conmigo. Dime que lo de antes no importa y lo de después no importa. Dime que ahora eres tú. Y yo contigo. Y nosotros.

Dime.

Dime que esto es tan profundo, que me ahogo en la ausencia de tus manos. Que me ofende no tenerte. Que me arrugo si no puedo ser contigo. Que me apago. Que no soy.

Dime que seamos. Que seremos. Que estaremos.

Dime que no puede ser y me rendiré. Pero si me dices si, te digo -claro-. Dímelo.

Cuéntamelo.

Susúrramelo.

Escríbeme en la espalda con tus dedos que eres mío. Grábamelo.

Dime que mi anhelo por tus besos y la fiebre por tenerte mermará con tu presencia. Dímelo.

Cuéntamelo, dímelo. Susúrrame. Dime…

Dime cómo de profundo es tu amor.