PASIÓN

Él la estaba esperando.

Desde hace días. Desde que comenzó la semana.

Habían planificado una escapada de cuatro días y lo tenÍa todo pensado.

Llegaría por la mañana. No demasiado pronto. No quería parecer inquieto o inseguro o ansioso.
Aunque le parecía que estaba en ese punto en el que ya no importaba parecer ansioso o inseguro o inquieto, o incluso estarlo.

Todos estos meses habían conseguido tejer algo bonito, estable, duradero.

Todo había comenzado como por casualidad, como sin querer; de forma un tanto insegura y atolondrada.

La atracción física se había hecho palpable desde el primer momento. El contacto físico necesario provocó el deseo. Provocó la necesidad de estar juntos. De tocarse. De besarse. De ir mas allá.

Su primera vez se repetía cada vez que tenían ocasión.
Y habían acumulado muchas primeras veces.
Igual de dulces.
Igual de pasionales.
Igual de sentidas.
Y tan distintas…

Se volvía loco con sólo mirarla.
Le cambiaba la cara con sólo pensarla.
El deseo acampaba a sus anchas en su cuerpo.

Cuando apareció, sintió el ímpetu de abrazarla.
Ese abrazo era su sello.
Necesitaba dejar huella en su piel, y en su alma.
La necesitaba.

Las intuyó antes de verla reflejada en el retrovisor de su coche.
Abrió la puerta y se sentó a su lado, elegante como era. Tan bonita.

Comenzaba la aventura de amanecer en sus brazos. Comenzaba su semana. Su semana de pasión. Con pasión.

Se acerco a su boca y le besó.

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-Hola amor, ¿nos vamos ya?-

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