CONTIGO

No hay distancia. Ni tiempo. Ni excusa.

Vernos una hora. O menos. Hablarmos con los ojos. Darnos prisa.

Tener ganas. Tenernos ganas. Y gastarlas en horas cortas.

Esperar tu llamada como el hilo conductor que me lleva a ti. El único hilo que me atrapa.

Leo y releo tus mensajes. Y me invade la espesura de la niebla. Cierro los ojos. Escucho tu voz en las lineas escritas, me susurraran como las olas de tu mar. Y el silencio.

Tirito entre la ausencia de tus brazos. Me tatúo el corazón con las letras de tu nombre. Parpadeo por quitarme la tela que vela mi mirada. Y te veo.

Por primera vez. Otra vez…

Volver a verte. Volver a hablarte y a sentirte y a soplarte en la nuca y a revolver tu pelo. A saborear el pasado. A planear el futuro. A vivir tu vida, mis noches, el viaje de los sueños, la ilusión y la esperanza de volver. De que vuelvas.

Vuelvo a ser niña en tus manos. Añorando.

Ese primer pensamiento de mi día que es por ti. Y para ti es el último deseo en cada noche.

Mi cabeza gira sin parar. Con miedos. Caminando por el filo de quererte.

Quiero programar amaneceres contigo. Y cumplirlos como si tuvieran una fecha y un final. Pero no quiero el final.

El escenario del cuento sin princesas ni guisantes. Ser de carne y hueso. Y reír, y llorar y querer y amar. Y perder. Y ganar.

No me importa estar sin ti, si se que ya estoy contigo.