Aunque madruguemos los lunes, aunque andemos faltos de sueño hasta el próximo viernes, aunque nos coja el frío de la mañana al coger un coche o un tren, no me falta la sonrisa.
Doy por buena la esperanza, la añoranza, el peso de la horas en los días.
El vernos de vez en cuando y
hacer de los encuentros infinitas historias de presente.
Merece tanto la pena la espera, acompañarte en el viaje, llevar mi equipaje con la ligereza que me da la expectativa.
Acostumbrarme a ti.
No saber explicar lo que me pasa. No necesitar explicación. Sentirme plena y agotada.
Caminar, caminar y caminar.
Cogernos de la mano. Acariciarnos el torso con el frío.
Colgar mis sueños de tu espalda.
Tomar consciencia y no olvidarme de quién soy.
Aunque madruguemos los lunes y todo empiece de cero, en pequeños viajes de aventuras inmediatas.
En pequeñas aventuras de eternos viajes.