Qué difícil decir ya no te quiero.
Qué sencillo el reproche y la duda, qué extraño no alcanzar lo deseado.
Qué sutil y fina línea entre el ayer y el mañana. Qué pereza el presente.
El permanente error de echar de menos, sin disculpa, sin una pausa que te permita pensar y responder al sentimiento.
Enamorarse de alguien y ofrecérselo todo. Renunciar a todo. Caer en el error de creer.
No es menor el fracaso que la culpa. Ni el rencor.
Estar a tu lado y evitar mirarte, evitar hablarte, evitar tocarte.
Hacerle un hueco al olvido.
Y olvidarme.
Triste, pero bonito…
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