Me pides que cambie y tú no cambias.
Comienzas a hablarme y veo como, poco a poco, me precipito a la locura.
Miro tu boca moverse, y no te escucho.
Pierdo pie y caigo de nuevo en tu trampa.
Y vuelvo a mi yo más loco.
Los mismos temas.
Las mismas disputas.
Los mismos reproches mal dichos.
Ese -y tú más- que nos insulta. Que nos pervierte. Que nos hunde y nos bloquea.
Y grito que te calles.
Y no callas.
Me pides que cambie y tú no cambias.
Los mismos reproches.
Las mismas miradas huidizas.
El mismo rechazo de los iguales.
Me pides que cambie y tú no cambias.
Y no cambias.
Y no cambias…